“Piel de Gallina”, de Claudio
Maldonado. Ediciones Inubicalistas, 2013
Por Luis HerreraLa caricatura realista de “Piel de gallina”, es el extenso delirio agónico de un profesor, que ejemplifica la cronicidad y desgaste del aula, típico de nuestro país. ¿Su nombre? Lizardo Melgarejo. ¿Su delirio?: un mundo imposible, pero no por ello diferente al nuestro. Con el propósito de regresar pronto a la conciencia, termina haciendo clases en un Colegio que nos recuerda a “La Ciudad y los Perros” de Vargas Llosa, a “The Wall” de Pink Floyd, al fordismo norteamericano: el Colegio de Aplicación Avícola Abelardo Taladriz, alma mater de pollos titulados, bien educados en el buen morir. Debe hacerse cargo del último nivel, debido a la licencia de una profesora. Su labor consiste en fortalecer el criterio, forjar el espíritu de los pollos para que puedan enfrentar serenos y civilizados su último aliento, antes de terminar en las cocinas del Acá.Salvo por los tipos de alumnos y los aprendizajes a desarrollar, la educación en el colegio no difiere de la realidad. Planteado en niveles progresivos, los pollos pasan de un primer nivel en que identifican su anatomía; a un segundo en que se forja la educación física y la motricidad; a un tercero en que el alumno reflexiona sobre sus antecesores, su conformación biológica, su adaptación al entorno, la diferenciación final y su relación con el humano; y finalmente a un cuarto nivel, el de nuestro amigo Lizardo, en que se forja un espíritu integrado y equilibrado, con las capacidades necesarias para enfrentar la agonía, el desangrado y el futuro procesamiento mortal. Una organización escolar que Bloom y su taxonomía, elogiaría.
Pero Lizardo no la tiene fácil. Los
pollos están temerosos e indisciplinados y su trabajo se pone cuesta arriba.
Debe recurrir a una serie de estrategias para motivar a las aves: colaboración,
aprender haciendo, constructivismo y el juego. El docente funde sus sesos para
lograr un titulado ejemplar, un egresado modelo que cumpla con el perfil de
egreso de la institución.Si Lizardo Malgarejo, profesor de tradición y
esfuerzo, logra la excelencia académica y si logra retornar a la vida, el Allá
como se ha denominado en la novela, es tarea del lector descubrirlo.Si bien es
cierto, el talento de Maldonado se evidencia en la riqueza de la imaginería, la
capacidad de fabulación, la elección de la fantasía, la alegoría irónica con
nuestro sistema educacional y construcciones caricaturescas de la realidad
–como definió el Doctor Vergara- que se enmarcan en cercanía con Juan Emar o el
gran Marcelo Mellado; destaca, por sobre todas las virtudes propias del narrador,
la fluidez oral del relato, la pertinencia de los diálogos y las elecciones
lingüísticas, que me atrevo a denominar: la pesquisa del slogan social.Los
diálogos transcurren transparentes y espontáneos, sincronizando un lenguaje
coloquial y ameno, con la exploración del dato culto, cito:“- Pero a la gente
empeñosa no hay como frenarla. Don Abelardo se adelantó al tiempo. Vio que la
industria del pollo se degeneraba.- Usted dice por los antibióticos, la
harinilla de pescado, las pechugas de las niñas.- Eso era un drama, pero lo
esencial era la falta de la cosa educativa.- Donde hay educación no hay
distinción de clases, dijo Confucio.- Don Abelardo pensó que los pollos debían
ser criados en forma integral, engordando sanamente, preparando el intelecto y
el espíritu para el buen morir.- Sí, pero ahí había un negocio, por algo el
hombre era empresario.- La idea fue y es criar pollos de excelencia, Golden
Premium sapiens.”No es majadero subrayar la distinción evidente entre el
escritor que piensa en su condición al serlo, y el escritor natural. Egos más,
egos menos, el mundo post Bolaño divide la pretensión del talento. Maldonado,
incorporando frases célebres, no cae en la pretensión, sino que mediante un
ritmo inteligente y oral, da cuenta de un particular talento para generar
conversaciones cotidianas, matizadas con un lenguaje ceremonioso, siempre desde
una modesta elegancia narrativa y no desde la pretensión. Su registro
lingüístico nos retrotrae a formalismos de antaño en el diálogo, casi como si
pudiéramos hasta adivinar las actitudes corporales de los hablantes. El tú, el
don, el permiso, son recurrentes, cito:“- ¡Profesor Lizardo, qué bueno verlo de
nuevo! ¿Cómo estuvieron las clases?- Los dejé a punto, mayor, los tuve de
cabeza estudiando.- Muy bien hecho, así da gusto venir.- Mi mayor, después de
la comida, ¿me podría timbrar los papeles?”Para finalizar, quisiera redondear
el concepto de slogan social, profundamente constitutivo en la novela de
Maldonado y, probablemente, la raíz fundamental del realismo caricaturesco. La
historia de este delirio recorre un vivir cronológico, incorporando
acontecimientos, diálogos y algunas irrupciones del Allá, de la supuesta vida
real en que Lizardo agoniza –aspecto que aclara puntos, pero no resultan
relevantes-; siempre desde un lenguaje fluido, natural y coherente con el
argumento central. No obstante, se incorporan nutridamente una serie de frases,
giros, enunciados y sentencias, que nos instalan más que en la novela, en la
realidad misma; como si Maldonado nos hiciera la jugarreta o el guiño
subliminal de nuestro fraseo cotidiano, nuestras oraciones hechas, nuestros
lugares comunes en el habla. Especialmente en el habla de los profesores,
cito:Un trabajo educacional efectivo es colaborativo.Los indicadores de desempeño
de calidad del colegio se han disparado en mi gestión.Pidió licencia médica.Una
semana para ponerlos al día en los contenidos mínimos esenciales.Inventar
didácticas entretenidas.No más de cuarenta pollos por sala, profes bien
pagados.Ahora la colega hará una dinámica reflexiva.¿Cuáles son los contenidos
que debo pasar?Quiero ver el programa de estudios.Se metieron en sus libros de
clases, a poner las firmas atrasadas.Hacer una clase entretenida, pero sin
tanto escándalo.Lo importante aquí es pasar piola.Había que ser un
constructivista.Aprender haciendo.Por fin, y le gané a la vida.¿En qué pie
queda la intención del significado cuando lo dicho se transforma en slogan?El
propósito del slogan es convencer, prácticamente desde lo fonético, desde lo
silábico. Cuando una sociedad es invadida por el slogan, es porque realmente se
están perdiendo todos los significados y se ha perdido toda perspectiva y
moral.Esa, tal vez sea, la gran ironía en esta novela.
es el claudio maldonado de curicó???
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