martes, 13 de junio de 2017

Sobre Perdigones, de Guillermo Riedemann

          Columna de Leonardo Sanhueza en Las Últimas Noticias
         
          Escopetazo hace volar las plumas en nombre de los perseguidos

Presentación para Perdigones, de Guillermo Riedemann

 Por Antonio Rioseco

I
CUERVOS

“Nunca he visto un cuervo”, señala el autor en un poema que se nos presenta más bien como una declaración de principios. Con ese pie forzado entramos en un mundo de paralelos y contraposiciones; tensiones que nos hacen estar en más de dos lugares o tiempos a la vez.
La poesía es el lenguaje creado -como otros ya han señalado- no para la mímesis sino para la poesis, donde se puede estar y no estar a la vez y, de igual modo, ser y no ser al unísono.
Riedemann, o el hablante, si queremos precisar, “no ha visto” cuervos en el sentido estrictamente visual, pero sin duda ha convivido con ellos y les ha temido como, desde los orígenes, nuestros antepasados del hemisferio norte, los han venerado con un temor de dios.

Presentación de Perdigones, de Guillermo Riedemann

          Por David Bustos

          Quiero decir que a Esteban Navarro lo conocí en el año 1997, exactamente 20 años atrás. Dirigía un taller en la SECH, en la calle Almirante Simpson. Por concurrir nos pagaban diez lucas. Se trató de mi primer taller de poesía. Como toda experiencia que se hace por primera vez, el taller de poesía de 1997 fue inolvidable. En ese tiempo yo no sabía si escribía poesía o más bien, escribía, pero no conocía a ningún poeta que pudiera darme una pista para saber con alguna autoridad o certeza, si lo que escribía tenía valor.
Esteban Navarro siempre fue su nombre y la primera vez que me enteré que se trataba de un seudónimo, creo que fue en su casa.

Apuntes sobre perdigones

          Presentación de Perdigones, de Guillermo Riedemann
          Por Andrés Florit          

          Una de las pequeñas prosas de Perdigones comienza así: 

En el cruce de caminos, la progenitora encenderá un cigarrillo. El gesto, imitado años más tarde, será motivo de risa en casa de los anfitriones.

Esta escena me recordó un poco la película Fresas salvajes, de Ingmar Bergman, cuando el protagonista vuelve a la casa de veraneo de “los primeros veinte años de su vida”, y de pronto comienza a observar sus recuerdos desde afuera, como si estuviera viendo otra película. “No sé cómo sucedió, pero la claridad del día transformó en una especie de sueño las imágenes de mis recuerdos, que aparecieron ante mis ojos con la fuerza de un acontecimiento real”, dice el narrador en off, antes de mostrar al anciano mirando embobado a su joven prima que recoge fresas y, luego, coquetea con otro primo. 

Perdices & perdigones.

          Presentación de Perdigones, de Guillermo Riedemann
          Por Jorge Polanco Salinas

“¿Acaso no es la poesía un intento de enmendar un error?”
Mahmud Darwix, En presencia de la ausencia


          En una conocida escena de La mirada de Ulises, el cineasta griego Theo Angelopoulos filma varios grupos de personas mirando la cordillera. El travelling los muestra quietos, a la espera; algunos con sus bolsos, otros abrazados o sencillamente acostados sobre la nieve. El contexto de la película indica que son generaciones de viajeros que buscan una vida en los Balcanes. Parecen fantasmas, espectros de una espera ancestral e indeterminada. Más que un periplo a la manera del flâneur, correspondiente a las ciudades del centro de Europa, estos exiliados provienen de una devastación. 

viernes, 9 de junio de 2017

PUERTAS EN LAOSCURIDAD

Por Susana Burotto [2]
Novela testimonial de Adriana Bórquez [1], Ediciones Inubicalistas, 2017

PALABRAS INTRODUCTORIAS
¿Qué diferencia un texto de ficción y de no ficción? ¿La intención del autor? ¿El material narrativo? Porque en ambos casos se usa un lenguaje, hay que conformar una realidad nueva con las palabras, tener en cuenta un lector, apelar a los recuerdos, trabajar con elementos que pueden —o pudieron— ser reales, pero, que al trasladarlos a un letra escrita, cobrarán una realidad, adquirirán un tono, un matiz, que tendrá su propia identidad y donde la ficcionalidad puede no ser la invitada principal pero igualmente se sienta en una silla visible en el entorno de las palabras del texto de no ficción, en el testimonio, el recuento histórico, el ensayo. La misma ficcionalidad que es la dama principal, la reina perfecta y suprema del que quiere alcanzar esa condición de hacer algo cercano a la literatura.
Digo esto a manera de reflexión antes de presentar el libro de Adriana Bórquez Puertas en la Oscuridad como una necesaria inquietud que esta obra me brinda como lectora y como responsable de presentarla. 

jueves, 8 de junio de 2017

PUERTAS EN LA OSCURIDAD

Sobre la novela testimonial de Adriana Bórquez
Por Silvia Rodríguez

Nos encontramos nuevamente ante un testimonio fiel a un contexto histórico que aún está latente, ya sea por la proximidad de quienes lo padecieron o por la falta de justicia ejercida sobre los culpables.
Leer Puertas en la Oscuridad, me ha llevado a evocar lecturas de otros libros que iré mencionando más adelante.
Adriana esta vez nos lleva vez por los senderos que hubo de sortear en una época en la que peligraba la vida de sus hijos, de sus compatriotas y la suya. Conociéndola, estoy segura que este sería el orden establecido en el marco de sus preocupaciones.

Desde el primer momento de esta novela testimonial, Adriana establece un vínculo y atrapa al lector presentando un acontecimiento al que nadie, nunca, debería ser expuesto. Me refiero a: Negociar la libertad a cambio de entregar a otros, proteger a sus hijos de los torturadores y mantenerse viva.

Liberando el campo de concentración de la memoria

Sobre Perdigones, de Guillermo Riedemann 
Por Ricardo Herrera Alarcón


Lo político y lo poético, (como dimensión ética y, en menor medida, épica) son uno en la poesía de Guillermo Riedemann y son también una característica de toda su generación. Mucha de la sensibilidad de los poetas posteriores está incubada en textos como Dawson, Desencanto general, Contradiccionario, Primer arqueo, Mal de ojo, o en un libro bien posterior pero que me parece clave en su textualidad híbrida anclada entre lo onírico, lo social y lo metapoético, como lo es Materia de eliminación, de 1998. La conciencia de ejecutar un arte de la palabra, pasa por Llanos Melussa, por ejemplo, en esa lucidez escritural que ondea por temas y formas variadas. O en Alejandro Pérez extiende la mano a ese sinsentido que toca y trastoca el mundo; o la sensibilidad logofágica que se enuncia y se niega y se devora a sí misma en su decir, la misma que Lira lleva al extremo de su propia desaparición física. La poética de Guillermo, por lo menos en sus tres últimos libros, viene de ese anclaje, en esa arena movediza escribe, desde allí salta al vacío de la página en blanco.