martes, 10 de septiembre de 2013

PIEL DE GALLINA



por Javier Aguirre Ortiz
Temuco, septiembre 2013
Claudio Maldonado, Piel de gallina, ediciones Inubicalistas, Chile, 2013.

El viejo susurro, carpe diem, de aquel profesor que ha motivado a tantas generaciones de estudiantes a querer transmitir el entusiasmo por la literatura, -carpe…- a tener fe en la profesión docente -…diem…- , el susurro de aquel profesor que se subía en las mesas y alborotaba a los directivos, recorre los pasillos de estas páginas libres, carpe, es el mismo susurro, la misma invitación, la misma lección aprendida, diem. Sólo que en Piel de Gallina el mensaje nos llega por la vía negativa. Los esfuerzos denodados de un profesor por llegar a ninguna parte, su aspiración a la jubilación total -¿verá Lizardo cumplido su sueño?-, el viaje por las oscuras galerías de unas visiones ácidas, corrosivas, desternillantes a veces, patéticas otras tantas, son una invitación a despertar, a aprovechar el día, a no dejar que nadie nos viva la vida, nos dicte nuestro infierno cotidiano. Son por eso las líneas de esta novela regueros de pólvora, una llamada a la rebeldía, pero desde la imagen contraria de la sumisión, de la somatización de un sistema inhumano: ver a Lizardo Melgarejo, el protagonista, debe hacernos reaccionar, reconocernos en su destino y tratar de escapar de las casillas de nuestra ficción, porque no puede ser esto la vida. ¿Qué mejor invitación a aprovechar el día que la contemplación de la muerte, como Hamlet frente a la calavera de Yorick? Y es que Lizardo es un muerto en vida.