martes, 16 de abril de 2013

Prólogo de El Poema de las Tierras Pobres


por Bernardo González Koppmann

I

 Jorge González Bastías fue en esencia un poeta campesino que supo unir magistralmente la sabiduría de la tierra con un lirismo auténtico, depurado, hondo, meditando en su retiro de Infiernillo (hoy Estación «Poeta Jorge González Bastías», ubicada en la mitad del trayecto del ramal Talca - Constitución), sutiles resonancias de viejas costumbres ribereñas que recogía en papeles que sólo leía el viento.Buscó, más bien encontró, la entrañable voz del paisaje costino sobreponiéndose a métricas y formalismos tan en boga a inicios del siglo pasado, centuria que se nos ha esfumado como las aguas caudalosas del río de las lluvias. Pulió su obra con extrema lentitud, publicando un libro por década; así fueron surgiendo «Misas de primavera» (1911), «El poema de las tierras pobres» (1924), «Vera rústica» (1930) y «Del venero nativo» (1940).Amó a los pájaros, a los guanayes (antiguos barqueros del río Maule), a los faluchos (lanchones fluviales), a la mujer hortelana, las leyendas de la sierra, las faenas artesanales, la noche, el mar («Cerca del mar la música es más sabia/ humaniza su son…») y escribió sobre la imaginación de los elementos ennobleciendo los materiales y sus espectros, según los postulados de Gastón Bachelard, al entregarnos en un verso escueto, alado y sustantivo sin afán publicitario ni sobresaltos extraliterarios una belleza agreste que aún nos abisma por lo esencial, espontánea y verdadera. 


II 

Había nacido en Nirivilo (región del Maule) en 1879 y falleció a los 71 años, en 1950, en la casa que siempre habitó junto al río. Vivió una época atiborrada de tendencias filosóficas y literarias tales como el dadaísmo, el surrealismo, el cubismo, el creacionismo y otra serie de ismos que nunca lograron perturbar su espíritu contemplativo, su ademán apacible y su temple melancólico. Jorge Teillier lo asemeja a Francis Jammes por esa rutina insoslayable de visitar al atardecer los andenes de una rústica estación ferroviaria. 

III 

Persistió en su universo lugareño elaborando pacientemente una expresión originalísima que podríamos definir como un postmodernismo rural, con cercanos precursores en Juan Ramón Jiménez o Antonio Machado, trocando los temas cosmopolitas de Rubén Darío por motivos del entorno inmediato y priorizando por el contenido más que por la exactitud métrica, talón de Aquiles del modernismo. Jorge González Bastías tenía su propio ritmo interior que emanaba de una cosmovisión lárica; caminaba, silbaba y meditaba al tranco de las estrellas. No le atraían las novedades contemporáneas ni las rencillas vociferantes; su humanidad la vivía en plenitud natural, asumiendo una condición de poeta llano que nombraba las cosas con honestidad, incluso con dolor. De ahí emana la profundidad de su alma y de su canto, tan parecidos al modo de ver y poetizar practicado ya en la China arcaica, especialmente por esa concepción del tiempo - períodos y dinastías milenarias acumuladas en el leve e íntimo espacio de la forma escueta -, al que aducen comúnmente en sus textos los creadores orientales.Creo que muy pocos lectores han reparado en este vuelo poético y, precisamente, en ello radica el posterior distanciamiento y olvido que padece la notable obra del Poeta grillo, como lo llamaron sus contemporáneos. 

IV 

Uno de los mayores aportes literarios de Jorge González Bastías fue la inauguración de temas inéditos en la poesía chilena, como el tópico del río Maule y el mundo cultural que a su alrededor se recrea - flores, leyendas, pescadores, guanayes, faluchos, árboles nativos, melgas, filones, artesanías, gestos, astros, pájaros - trabajados líricamente con un gesto fundacional del ser maulino. «El Poema de las Tierras Pobres», publicado originalmente el año 1924 en Santiago de Chile, y que ahora se reedita con su modo gramatical de entonces, nos confirma fehacientemente esta poética mundonovista.Es un canto viril que proféticamente denuncia el drama ecológico que se avecina, producido por la canalización del río amado y las posteriores centrales hidroeléctricas que mermaron el cauce de sus aguas legendarias. El progreso irrumpía en los campos de rulo del Maule, además, por esos días, con la construcción del ferrocarril de trocha angosta que deja en desuso lanchones y estibadores que subían y bajaban la corriente. Esa es la cosmovisión, el mundo pretérito en extinción, que se recoge con dolor en «El Poema de las tierras pobres». En este contexto deprimente Jorge González Bastías le canta al sufrimiento de un campesino envilecido por la injusticia de los poderes de facto, humilde hombre de la gleba que al volver a su terruño luego de una temporada en el infierno de una cárcel rústica encuentra a su mujer mancillada y a sus hijos harapientos. Vaga enloquecido con ardores de furia y rencor, pero encuentra paz en su espíritu al sentir aires de la montaña, rumores del río, sones de campana, perfumes de la floresta, y así reconstruye el hogar en ruinas más digno, más íntegro, más humano. Poema señero y paradigmático en la literatura chilena de principios del siglo 20, cuando la cuestión social apremiaba y las represiones oligarcas llenaban los caminos rurales y los cementerios clandestinos de animitas y fosas comunes.Poeta, entonces, aunque tradicional, absolutamente consciente de una opción existencial obstinada y permanente de retorno al tiempo inmemorial donde las huertas, las chacras y los ralos viñedos del secano costero surcados por el río amado ofrendan esos frutos primorosos, esos cánticos, ese almo dolor purificado que tanto se apetece por su escasez y por la arrobadora e insobornable voluntad de ser que cargan las palabras, los gestos y las cosas que se hacen con la lentitud del sabio artesano que amasa, fragua y macera la eternidad de las materias primordiales.  


Jorge González Bastías está sepultado en un nicho abandonado del cementerio municipal de Talca y esperamos que pronto sus restos - ojalá - sean trasladados a Nirivilo, su aldea natal, donde él siempre quiso dejar sus huesos tendidos al sol. Hoy por hoy, en tiempos de cómoda y maquiavélica indiferencia empozada en leyes y decretos impuestos por la fuerza bruta, donde campea el neoliberalismo, el hedonismo, la contaminación, el consumismo, guerras integristas, síndromes galopantes, arte light, en fin, tanta basura, ¿a quién podrían interesar estas elucubraciones? Mas, aquí quedan para los seres humanos inquietos, dignos, decentes y libres que algún día volverán a leer poesía.

Talca, 22 de noviembre del 2012.

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