Por Jorge Polanco Salinas
“Hace algunos años, varios científicos demarcaron un pequeño sector del suelo
de un bosque en el oeste de los EEUU y le quitaron la capa superior de tierra (…)
Luego hicieron un inventario de invertebrados. En total, contaron 150 seres vivientes
por cada decímetro cuadrado”.
Peter Farb, citado en Territorios Invisibles
Hay una imagen de Imre Kertész que recuerdo a menudo: en pleno campo de concentración, un hombre visiblemente afectado por la reducción de las energías vitales, comparte su alimento con otro. De ahí proviene el término “compañero”, aquel que comparte el pan. Habitualmente sentimos que el neoliberalismo en Chile es infranqueable. Conforma modos de habitar el mundo demasiado instalados y acendrados en el hábito. Asociada a esta manera mercantil de comprensión de la vida por el capitalismo avanzado, se suma la extorsión de la violencia vuelta espectáculo. Frente a esta cotidianidad, sin embargo, es posible hallar otra. Al cuestionamiento que se puede derivar de Freud en El Malestar en la Cultura a la noción de amistad que crea las “bandas” rivales y en último término la xenofobia, también existe otra manera de entender este vínculo afectuoso, la amistad que surge en la gratuidad de las relaciones humanas y de la escritura poética. Es el antagonismo que Mallarmé preservó en el carácter gratuito de la poesía pura respecto de la reducción de la vida a fuerza de trabajo y sus transacciones.