Uno y tres revelados.
Lo en verdad revolucionario no
es la propaganda ideológica que aquí
y allá nos incita a acciones claramente
irrealizables y se deshace a la
primera reflexión, al salir
del teatro. Lo en verdad revolucionario es
la señal secreta de
lo venidero que se expresa en el gesto de la infancia.
Walter Benjamin
Uno
Revelar:
hacer visible la imagen impresa en la placa o película fotográfica
Tal vez, muy en el fondo, la idea de volver sobre la
infancia es una estrategia para restituir la esperanza en la fuerza y
radicalidad de la poesía, digamos, más allá de volver sobre experiencias de un
pasado reciente que nos hermana como miembros de una comunidad o sociedad.
Aunque sea nada más a partir de la representación, rescatando ideas, o imágenes
de un mundo que añoramos, digamos, distinto al que habitamos. Así, a través de
la pintura, en los años sesenta, y en la música, a la década siguiente, dos
niños encarnaron la más aguda reflexión sobre la realidad social de este
continente, esa secreta señal de lo venidero. Nos referimos a Juanito Laguna,
del artista plástico argentino Antonio Berni, y a Luchín, de Víctor Jara.
Y es que a través de estos dos niños nos
fue permitido reconocer, sin mitificar, a los niños cuya imagen aún persiste en
los noticieros, más allá de una pauta informativa, nos referimos a esa infancia
víctima de los proyectos políticos que se han sucedido en este continente.
Porque ambos niños nos enseñan un lenguaje sencillo, diríamos cotidiano, que
resalta los gestos que hemos ido abandonando por acostumbrarnos a la
indiferencia que adoptamos ante ellos, porque los vemos en forma cotidiana,
impresos en portadas de periódicos, en películas o imágenes fotográficas.
“En ese retorno siempre hay también una
opción de libertad” señala Claudio, refiriéndose al final de la película Los
400 golpes, pero más allá de la nostalgia o la esperanza, sabemos que no hay
retorno o libertad más allá de la representación, resultando ella misma
desesperanzadora muchas veces, como podemos apreciar en el poema Niño, de
Gonzalo Millán
Encontrarán siglos después, / cuando
solo queden los envases / de una sociedad / que se consumió a sí misma, / sus
restos / de pequeño faraón dentro / de un refrigerador / descompuesto, /
enterrado / bajo unas pirámides de basura.
O más aún con todo lo que nos ha sido
revelado en este último tiempo sobre el SENAME. O con todo lo que implica la
precarización y estandarización del modelo educativo, que impone la normalidad
y el ingreso al mundo productivo de los niños, borrando de paso, o más bien
configurando la imaginación y el libre acceso al mundo de los sueños, modelando
sus deseos de acuerdo a las posibilidades que ofrece el mercado en su
inagotable expansión.
Dos
Revelar:
descubrir o manifestar lo ignorado o secreto
“Toda una vida tratando de entender algo que
me fue revelado recientemente” nos indica Claudio Guerrero en el prólogo del
libro “Qué será de los niños que fuimos”, y en sus palabras resuena el eco de
aquellas que el creador del sicoanálisis confiara a su amigo, el doctor Fliess:
“Aquí, el 24 de julio de 1895 se reveló al doctor Sigmund Freud el misterio de
los sueños”. Y es que, más allá de constituir una temática a desarrollar, la
infancia se nos presenta como un modelo
interpretativo que por naturaleza se opone al modelo neoliberal, en ese
sentido, el verso de Enrique Lihn que da título a este libro “se interroga
–diría Claudio- por el futuro de los niños que han dejado de ser niños”
reafirmando la desoladora observación de Ricardo Forster: al niño le ha sido
expropiada su infancia. Lo que implica una doble pérdida, pues la infancia,
cabría añadir, sería una experiencia muda o imposible de reconstruir, nos
indica el autor en su lectura de Enrique Lihn y Giorgio Agamben. Una
experiencia de muerte podríamos añadir, siguiendo a Jean-Luc Nancy, pues no hay
experiencia de la muerte, no resulta posible acceder al cese de la existencia.
Sugiriendo así, veladamente, la continuidad de un pasado que aflora como
porvenir.
Particularmente, la conexión con el
mundo de los sueños aflora en el niño mítico, en las reglas de un mundo
suspendido al cual sólo él tendría acceso para darnos cuenta de semejante
realidad. Como si estuviéramos en presencia de un mundo o realidad patafísica,
cuyas soluciones imaginarias sólo puede conocer un niño.
Tres
Revelar:
dicho de Dios: Manifestar a los hombres lo futuro u oculto.
No podemos sino, forzados por esta
definición, volver sobre Benjamin: Dios al fin descansó cuando, en el hombre
-dice el filósofo alemán refiriéndose al lenguaje- lo creativo, desprovisto de
lo que fue su actualidad divina, se convirtió en conocimiento.
Jonathan Crary, señala en el libro Las
técnicas del observador que Marx y Engels criticaron al caleidoscopio, que tanto
seducía a Baudelaire, por ser una composición de reflejos de sí mismo,
trasladando al espectador mediante el engaño de simular una idea otra. Es
preciso mencionar esto al hablar de este libro, puesto que su valor radica, más
allá de apreciaciones personales o juicios de valor, en su transversalidad y
genuina curiosidad, así, ajeno a cualquier tipo de sociabilidad, militancia, o
resguardo académico, este ensayo apunta a enriquecer nuestro pensamiento
crítico y sensible rescatando una serie de niños, que configuran, cada cual a
su manera, un pensamiento de suma importancia presente en nuestra poesía, en
nuestra literatura. En tal sentido esta investigación, más allá de ser el
resultado de una rigurosa ejecución de un proyecto que no es tal, se presenta como
el modo natural de una aproximación a lo poético, a la poesía, al conocimiento;
actuando de forma opuesta al sistema comunicativo, que, en palabras de Carlos
Ossa: “evita la memoria porque ésta implica aceptar la existencia de la
catástrofe, darle espacio e identidad a lo escondido y desintegrado”. En este
plano, no hay un lector supuesto para este trabajo, pues las posibilidades de
lectura, tanto como de autores seleccionados, son muy amplias.
Finalmente, no nos queda sino compartir
la alegría de ser parte de este proyecto, surgido espontáneamente y luego de
años de trabajo silencioso que dan vida a una experiencia que realiza lo
imprevisto.
Valparaíso, invierno del 2017
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