miércoles, 18 de julio de 2018

Nostalgia del aparecer

Sobre Color Hormiga, de Chiri Moyano
por Rodrigo Arroyo

Adelmo Farandola lame al interior de la olla
de polenta lo que queda del unto de hace años,
un aroma, una nostalgia del aroma, cuando no otra cosa
Claudio Morandini



Tal vez sea preciso convenir, más allá de establecer un punto de partida, que un poema es en cierto modo, acaso también lo es así por momentos el lenguaje, un modo de fijar o situar nuestras pérdidas. De mostrar aquello que no está, o aquello que deja de suceder. Y aunque sea por medio de una veladura, de un susurro, el primer paso del poema es mostrar lo que no está, hablar de lo que no sucede. Digo esto para evitar confusiones, porque en este libro, en el libro  de mi amigo Chiri Moyano, el poema es por extensión, más allá del lugar donde aparece lo perdido, un lenguaje abierto hacia lo oscuro.



El papel es corto /vivir es largo escribió el poeta Paulo Leminski, y no puedo no pensar en ello al momento de tomar este libro. Porque no estamos en presencia de un archivo, o de una poética que reflexione sobre aquello que se dedica a observar o estudiar. No hay aquí un sinfín de experiencias del autor en tono poético, o un montaje de las mismas, no. Aquí el lenguaje vuelve sobre su fin original, de ahí que se nos presente simple, desnudo, ajeno a cualquier tipo de proliferación o técnica. Y que se deja ver como la persona detrás de los poemas, es decir: en estado de abandono; o en un estado donde lo único posible es volver sobre el recuerdo, sobre el aroma, para luego, mostrarnos aquello que no está, lo que ha dejado de ocurrir, lo que no es otra cosa sino el primer paso hacia el poema. O la construcción de las bases que sostienen todas las posibles operatorias y combinaciones posibles.

Vienes a conversar conmigo / a tomar vino conmigo / a leer y hablar de poesía conmigo, escribe Chiri, revelando por un lado, en la nostalgia por volver sobre ese estado armonioso una bella metáfora que aparece a contrapelo  en estos poemas. Esta es: que la pérdida del amor nos lleva a las preguntas, a cierta explicación racional de las cosas que antes se explicaban tomando vino, hablando de poesía. Esta es la metáfora de un tránsito: el paso del mito al logos, el paso de la poesía a la filosofía, podríamos decir. Así entonces, estos poemas nos llevan, como la filosofía, sobre las preguntas clásicas, ese puñado de preguntas que no cesamos de encontrar cuando, como Orfeo, decidimos adentrarnos en lo profundo. Ahora bien, por otro lado ese conversar, leer y tomar vino nos habla, sin alardes y estridencias, de una resistencia silenciosa a la expropiación de sentido que ha sufrido el habla común, tan manoseada luego de la caída de las vanguardias, o bien, luego de la caída de las utopías, puesto que se presenta (el habla) de modo natural, sin la necesidad de ser respaldada por un relato de carácter ideológico. Es la forma de vivir la única ideología posible. Es en este punto podríamos aventurarnos con un análisis de conjunto, en el sentido que este libro, junto a la investigación sobre los “Oficios Campesinos del valle de Aconcagua”, “El olivar” y “Todo cocido a leña” nos presentan una obra que en cada aparición reafirma su compromiso y carácter, sin necesidades de discursos o la adopción de un modelo de disidencia o resistencia cultural. Es más, en tal sentido, Chiri se ha valido del lenguaje para sostener una distancia crítica con cualquier medio que intente hacerlo parte de sí. Y es que no podemos obviar que la reflexión en tiempos de una acelerada transferencia de información acota los espacios de reflexión a los que tendríamos que llegar desde el lenguaje, a un punto tal, que desaparecen y la reflexión se da sobre el mismo lenguaje o dispositivo utilizado. Hablo de lugares comunes, como el hecho de trabajar desde el margen de la industria cultural, o analizar las condiciones de centro y margen; de identidad y alteridad. Lo que nos lleva a preguntarnos ¿Desde dónde, cual es el lugar, para hablar de margen sino el discurso?, procedimiento que no tiene lugar en la escritura de este libro, ni en el de los anteriormente mencionados. Lo cual nos revela otro detalle no menor, la actitud de Chiri Moyano reafirma al mismo tiempo su distancia con el lirismo que desemboca en la figura del poeta, al que, y sin necesidad de palabras, sitúa como un sujeto perdido en su gesto solipsista, basado en la mera apariencia del lenguaje.

Encontramos en este libro un conjunto de señales que, en palabras del autor, se resumen en:   Una casa abandonada / con un hombre abandonado. Y como ocurre con Orfeo, esto plantea el inicio de una búsqueda, al recuerdo o padecimiento si se quiere, pero más allá de los detalles, implica la aparición de la dialéctica del adentro y del afuera. Umbral en el que, a diferencia del poema del poeta individual, el evasivo, la individualidad del sujeto se expresa en las posibilidades del dolor, que en estos poemas constituye una amalgama de actividades y prácticas que desbordan el propio sentido para reflexionar sobre lo esencial: la construcción de un lugar que nos permita conversar, leer y tomar vino.

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