TIERRAS
BLANCAS DE SED. CARTOGRAFÍA ORAL DEL VALLE DE HUASCO
Valparaíso,
Ediciones Inubicalistas, 2020
Publicado originalmente en Revista de la Academia, ISSN 0719-6318, Número 31/Otoño 2021:
http://revistas.academia.cl/index.php/academia/article/view/2041/2130
Por
Nelson Arellano Escudero
Vania
Cárdenas Muñoz ha sido autora, previamente, de El orden Gañán: historia social
de la policía de Valparaíso (Editorial Escaparate, 2013). Este antecedente es
relevante para comenzar el recorrido por estas Tierras blancas de sed. Se trata
de una cartografía con espesura sensible donde se combinan formas de
aproximación que construyeron una narrativa de los sujetos relevantes para la
comprensión del tiempo y los giros epocales.
El
libro, luego de los agradecimientos y antes de presentar el índice, se abre al
tiempo y la conciencia con el segmento del mapa de la Provincia de Atacama dibujado
por Fuentes para la cuarta edición de la Geografía descriptiva de la República
de Chile a cargo de Enrique Espinoza.
Toda una declaración de posición y disposición. La organización del libro se compone con unas palabras iniciales a modo de prólogo que establecen las coordenadas en las que transitarán sus tres capítulos y epílogo, bien acompasados con el glosario y la selección de fuentes.
El
capítulo primero, de “Asentamientos, trabajos y recursos en el Valle del
Huasco” urde la inserción investigativa de corte etnográfica gracias a la que
podemos internarnos en las memorias y significados del escenario en el que los acontecimientos,
en su tragedia y su comedia, tuvieron lugar en sitios de una minería que no
entran fácilmente en los registros nacionales —a
decir verdad, los registros metropolitanos del centralismo—
como son El Zapallo, Quebradita, Agua del Medio, La Liga, Los Choros, Chañaral
de Aceituno o El Morado.
La
definición de la escala es crucial para la puesta en valor de la tragedia de los
accidentes, donde las estadísticas no cuentan mientras que el impacto emocional
que tuvo en los protagonistas llega hasta nuestras manos a través de estas
letras más de medio siglo después. En ello coincidimos con la autora en la pertinencia
de acogerse a la obra de Alessandro Portelli para abordar el insondable registro
de la memoria. Esta misma línea de análisis releva la posición del trabajo en
la Majada, la agricultura y la vida doméstica no remunerada o con pagos
subvalorados, así como la vida escolar, usualmente breve, de niños mientras que
a las niñas les era prohibida o aún más limitada esa experiencia, debido al
trabajo infantil como uso y costumbre a mediados del siglo XX. Una vida que era
considerada marginada de la sociedad por el Gobernador de Freirina en mayo de 1965
y que era, en su opinión, preferible erradicar (pág. 37).
El
segundo capítulo produce las “Cartografías del Valle del Huasco: las voces de
la historia oral” que permite conocer aspectos de la cultura trashumante en el
Valle del Huasco y emerge una composición de las memorias sueltas que, en su reunión,
facilitan la comprensión de la memoria emblemática y la necesidad de establecer
la valorización de un modo de vida enfrentado a la crisis civilizatoria del
proyecto de la modernidad. Aquellas voces de la historia oral revelan las
circunstancias en que se habitaron y despoblaron sitios al son de los eventos
de la economía nacional y mundial, gestando procesos de reconstrucción, menos
de materialidad que de identidad, en duras circunstancias de abandono e
incertidumbres de la década de 1970. Tiene sentido aquí relevar de manera
especial la enorme contribución de las mujeres para sostener esta conformación
cultural en crisis y que, pese a todo, logró sostenerse, aunque el tiempo
presente del siglo XXI vuelve a cernir esos aires de cambio —que gustan de
anunciar épocas de fin de era— que, hemos visto, la historia reconduce a lugares
y formas que, en realidad, ni eran tan distintos ni tampoco estaban
determinados.
Entre
los capítulos segundo y tercero el libro introduce un archivo fotográfico rico,
variado y valioso que merece un estudio de visualidades profundo. Por ejemplo,
en la fotografía número 15 se retrata a un adulto y 6 niños, quedando al
parecer un séptimo fuera de cuadro, puede ser caracterizado por la precariedad
de su equipamiento de protección personal consistente en un casco tipo Brodie y
una lámpara minera, aparentemente, de carburo tipo Justrite. La fotografía no
está fechada. El emplazamiento se atribuye al Mineral Santo Domingo en El Morado
y en el fondo de la imagen de aprecian estructuras de madera que parecen ser un
área de montaje para las operaciones en el exterior dela bocamina. La colección
de 37 fotografías ofrece una excelente oportunidad de apertura a nuevos
detalles de las historias que combinan los ensamblajes de las personas, sus
objetos y los ambientes que fueron retratados.
El
tercer capítulo está destinado a “Las/os protagonistas de la historia” que, podríamos
discutir, contraviene la condición subalterna a la que se proponía subsumirles
en las palabras preliminares. En esta fase de la narración los actores sociales
humanos que han sido relevados se presentan en la constelación de arrieros,
mineros, crianceros, hombres y mujeres que, como señala la propia autora:
“reclaman un lugar en el patrimonio de este valle”. Los catorce testimonios que
se disponen en el capítulo, acompañados de registros gráficos íntimos, coronan
la etnohistoria poliédrica que, además de su espesura sensible, concreta una
descripción densa a la que se fueron añadiendo recursos de la Historia, las
Ciencias Sociales y la literatura nacional y local.
En
el Epílogo, Vania nos deja una declaración con la reunión de los tiempos, esos
tiempo suspendidos en octubre de 2019, que releva a los protagonistas en “todos
los rincones de Chile” que han estado fuera de la escena pública.
La
bella y cuidadosa edición del libro materializado en un excelente papel Bond Ahuesado
es una magnífica invitación a leerlo desde la ilustración de su portada que
pone en primer plano una pirca sobre la que descansan, solitarias, una picota y
una pala, ante un fondo que consiste en un paisaje de valle dominado en la
lejanía por los desnudos cerros del Valle de Huasco.
Tierras
blancas de sed. Cartografía oral del Valle de Huasco es una contribución relevante
para los estudios de la historia regional, sin duda, pero también para los recorridos
investigativos interdisciplinarios y una base valiosa para las indagaciones
transdisciplinares que, entre otras preguntas, aborden los saberes compartidos
como un paso necesario ante la demanda por información acera del Sujeto
Político humano y sus modos de vida. Vania Cárdenas Muñoz nos presenta en un
territorio bien delimitado el mapa de un universo que apenas comenzamos a
conocer.
Hay referencias a la producción de pisco?
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