Por Rodolfo De los Reyes Recabarren
“La Sota: Crónicas de un Barrio Rojo”
(Ediciones Inubicalistas),
de Luis “Luchín” Gutiérrez, recientemente presentado en Curicó y Talca
LA HISTORIA
Según los nuevos tratadistas y
estudiosos de la historia, esta se construye desde muchas miradas,
experiencias, sucesos y géneros literarios, no existe un relato único, puede
haber una compilación central sobre la cual se articulan otros discursos, otras
formas narrativas u orales, otros registros en diversos soportes que den cuenta
de la evolución humana en sociedad y como, el día a día, va transformando la
realidad, social, cultural, económica, estética e individual. En la actualidad,
en que el registro de la memoria se vuelve una imperiosa necesidad, ante un mundo
vertiginoso, en cuyos afanes de progreso e innovación, invalida y destruye toda
presencia y vestigio de lo antiguo y arcaico, más en un mundo globalizado, en
que las culturas interactúan, se pierden en la noche de los tiempos la
tradiciones y costumbres societales, sobre todo en las provincias.
BARRIO ROJO
Más aún cuando la historia se
construye desde la vereda no tradicional u oficial, desde el borde o el margen
de la sociedad, y esta historia se vuelve viva, pletórica de anécdotas, de
relatos jocosos y a la vez trágicos, donde se prende de cierta, veta, como lo
es con este libro un barrio, un tradicional barrio rojo, llamado “10 Oriente”, por su calle principal, de la ciudad talquina, barrio que ha sido
destruido, no solo por los terremotos, sino también por la modernidad y los
cambios culturales, incluido la vida sexual y los límites morales, algo que
abordo en mi ensayo Incitación al
Lupanicidio: Divagaciones sobre la Lujuria[1].
Pues bien, Luis Luchín Gutiérrez, nos trae una colección de relatos y crónicas,
absolutamente reales y vivenciales, construyendo un paisaje poblado de
personajes cuyas características estriban en la desmesura del criollismo y el
mundo popular-marginal. Algo que su editor y prologuista Felipe Moncada define
como:
“Luis Gutiérrez es testigo de una época, y ha sentido la necesidad de
narrar el mundo que vio y que ahora es solo una galería de fantasmas. Nos
referimos al barrio rojo de Talca, denominado La sota, de gran popularidad
durante casi todo el siglo XX, terminando su existencia junto con la decadencia
de la bohemia popular y desoladores terremotos que borraron el barrio hasta sus
cimientos.
Gracias a una memoria privilegiada y un don natural para relatar, nos da
cuenta de variados tipos humanos con un sarcasmo humorístico, donde el habla
popular fluye naturalmente, pero también con una ternura que lo hace fijarse en
detalles pequeños de la vida cotidiana, lo que carga su relato de gestos
humanos”.
LA ESCRITURA
Sobre la manera en que está escrita
La Sota, esta es ágil, amena, con algunos modismos y chilenismos propios de los
personajes y el contexto citado, que ilustran de mejor manera el relato. Es un
libro con mucha información y pormenores de un barrio ya mítico, convertido en
ícono de la bohemia y lujuria, más escandalosa y transgresora, retratada en
diversos soportes artísticos (teatro, cine documental, literatura, etc.). Un
texto amable para el lector, chispeante y curiosamente muy bien documentado y
organizado en cuanto a información con respecto al nombre de los cabarets, sus
dueños, sus “artistas” y ocupantes, como la de todos los parroquianos más
relevantes que a lo largo de los años concurrieron a dicho sitio. Se echa de
menos, para Curicó, un texto que describa la historia de nuestra casi
extinguida Calle 13, pero ese es tema aparte. Lo importante es señalar que este
libro, no solo nos otorga un momento placentero de lectura, también construye
el lado oscuro de la historia, como se refería la escritora y ensayista,
Diamela Eltit a su narrativa, inspirada en la marginalidad urbana; ella hablaba
del negativo y positivo, en relación a la fotografía, y las zonas periféricas,
de los márgenes, eran el “negativo” de la sociedad y la historia, cuyo quehacer
oficial y académico poco indagaban allí.
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