“Dónde iremos esta
noche” de Cristian Cruz
Por Raúl Hernández
No
cabe duda que el afán lector que cada persona pueda tener, irá siempre
acompañada de lecturas anteriores, antiguas novelas y libros de poesía que
pudieron ser parte de algún momento que permanece y se recuerda. Esos momentos
literarios que persisten en el tiempo como una estela luminosa que aparece en
la noche. Noche de encuentros y cercanías, porque al leer nos incrustamos en
aquello que se nos delata, y muchas veces eso que se acerca puede ser descrito
como una tradición. Es esa misma tradición, esa misma bella noche para bailar
rock, la que se asoma en los poemas de Cristian Cruz, poeta de San Felipe y
autor constante que de vez en cuando nos trae sus poemas que, imaginamos,
fueron trasladados en autos o buses interprovinciales y que fueron guardados en
carpetas de computador que suelen ser ese espacio esencial en donde un libro
comienza a dar forma para poder finalmente aparecer.
Pues
bien, aparece “Donde iremos esta noche”, libro nocturno, callejero, de
bares y restoranes que son la escenografía perfecta de un libro de mundos
cotidianos que acuden a la voz del autor, como esa imagen que va quedando cada
día en cada paso que damos. Salir a la calle, vivir, soñar y compartir con
amigos, familias e hijos. Historias y relaciones fragmentadas, fracturas
“expuestas” que no son alumbradas por la luz del fracaso, si no que forman
parte del nuevo impulso cotidiano, necesario para vivir un nuevo anhelo, un
nuevo sueño que sentir.
Es
así como nos adentramos en las calles de un lugar que puede ser San Felipe u
otra ciudad o pueblo de nuestro país, pues los poemas que van apareciendo
suelen ser parte de una sensación que nos acerca a eso que hemos vivido, o que
hemos sabido, o que nos han contado, o que le ha pasado a otra persona. Y ahí
aparecen las fotos familiares, los padres, la búsqueda de la felicidad. La casa
suele ser una isla frecuente que sana y que absorbe toda emoción que circula
alrededor y dentro de todo lo que ocurre en este ir y venir de cada día. Y
también está ahí la bohemia, las cervezas, el vino bien dispuesto, los amigos y
el trasnoche. Somos parte, sin duda, de una aventura en la cual la única
búsqueda posible es aquella en donde nos preguntamos “Donde iremos esta noche”.
Caminar en búsqueda de cigarrillos, entre medio de los taxis y los buses, junto
a los personajes de la calle, del barrio, de las esquinas. Y todo esto también
puede ser parte de una fotografía, una vida que se registra y que aparece en
los álbumes empolvados de las casas que de vez en cuando visitamos. Relaciones
torcidas, momentos difíciles que son vividos con arrojo, ese arrojo necesario
para saber soportar cualquier dolor posible, la fuerza y el valor de un síntoma
que palpita y que es esa misma escritura que logra resguardar cualquier
sentimiento erróneo, que nos clarifica y que indica un horizonte.
La
poesía y su estado de pureza son parte posible de toda esta rasgadura que no se
padece. Se nos muestra una nueva posibilidad, una forma propia de vivir junto a
una escritura que nos recuerda el realismo sucio del cual muchos somos
seguidores. Y por eso disfrutamos estos poemas, por eso aprobamos cada imagen
con un sentir propio de quien grita un gol o una buena nota en una prueba. Cada
poema de Cristian Cruz en este libro, es una forma de vivir la vida, una forma
de mirar por la ventana y salir a la calle a buscar esa fina escritura del
corazón.
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