ESPEJISMOS
Por Susana Burotto
Hace
tiempo que no presentaba libros de ficción. Hubo una época en que fue frecuente
y con circunstancias diferentes en cada autor y libro. Cuando he tomado esta
labor, nunca he dejado de tener una conexión especial, si no con el autor –a
veces muy lejano– sí con la o las historias presentadas, haya sido novelas o
cuentos. Imposible no hacerse partícipe de sus tramas, sus personajes, sus
diálogos. Como si con las palabras se hiciera una primera “avanzada”, que
sintetizara el espíritu de lo que se leerá.
¿Es real esta situación? No, no lo es. Es una
simple percepción, un pequeño autoengaño. Uno no puede, en una simple
presentación, pretender que los eventuales lectores que están presentes, beban de las palabras de alguien que
no es el autor del libro en cuestión. Muchos piensan –con pleno derecho– que el
presentador de un libro tendrá una visión tan cercana como afectiva, con lo
cual hay una subjetividad en la visión crítica del libro.
A lo anterior, la respuesta es sí y no. Lo que
hoy comento es imposible hacerlo desde la rigurosa objetividad. Raúl aún no
cumplía 16 años –marzo o abril del 99– cuando entró en el taller literario que
yo dirigía entonces en la U de Talca, en sus oficinas de la 2 norte. Todos eran
adultos, todos mayores, todos absolutamente enamorados de la narrativa, de los
cuentos, de la lectura y escritura, de los mundos de la ficción. Y Raúl se
integró como uno más. La palabra discriminación nunca existió para él, ese
adolescente que se atrevía a desafiar valores, principios, reglas y gustos
literarios. Fue uno más de nosotros, con el añadido de su juventud, frescura e
innegable talento literario.
Como una
condición natural, estudió literatura en la U de Chile y los caminos de todos –hablo
del grupo original– se fueron dispersando. Lo vemos de vez en cuando pero no
hemos perdido contacto. Se, no me cabe duda, que los caminos del que hace literatura
nunca son fáciles, ni siquiera ahora, con tanta comunicación rápida ni tanto
acceso al conocimiento. Pero este primer libro de Raúl –que ya tiene
distinciones literarias a su haber– es eso: el primero de una serie que seguirá
trabajando en el futuro.
¿Cómo es
su narrativa? Es y será. Raúl es un futuro y también un presente. Y en este
presente, simbolizado en los siete relatos que forma esta obra, hay un
innegable vigor narrativo, una fuerza, energía, que traspasan sus cuentos.
Unidos por la temática de una guerra, que es de ahora y del pasado, de diferentes
latitudes, atmósferas y espacios. Es el escenario que determina un espíritu épico,
un sentido del cuento, de la historia, que marca una identidad, una estructura,
una argumentación que inmediatamente llama la atención del lector. Se lee con
sorpresa, inquietud, expectativas. El lector también se contagia del aliento
épico de sus narraciones.
Pasemos a
su lenguaje. No olvidar que es el soporte, la materia prima con la que se
moldea un cuento. Y aquí está sus palabras, que van encadenando, trabajando,
moldeando un mundo. Allí están todos los tiempos de Raúl: su pasado, sus
maestros, sus influencias narrativas; su presente, su formación, sus estudios
formales, académicos. Pero en este lenguaje se respira un futuro que no sabemos
adonde irá, pero que estoy segura va a crear más ficciones. Y aquí yo hablo desde
la objetividad, dejando de lado mis recuerdos de él.
Y no
podría ser de otra forma. Destaco el cuento 1, Los Guardianes, donde el
espacio de la selva, misterio, el realismo –que es una condición inherente a
sus historias, ese realismo contemporáneo que se nutre de lo clásico, como
muchos autores de hoy– donde el espacio onírico y el roce de la magia también viven.
Imposible, en esa historia de un antropólogo en busca la investigación
amazónica, no sentir a Borges en su contención, su sobriedad, como si el mundo
retratado necesitara de esa sencillez engañosa.
O el
cuento Falkland: donde el tema de la guerra de las Malvinas es
trabajado con desenvoltura, pericia, sobriedad, sin el freno de un espacio
obligado de donde escribir un relato, atreviéndose con un hecho histórico que
tiene la dificultad narrativa de no estar tan lejos para que sea leyenda ni tan
cerca para los lectores de hoy. Aquí campea la guerra, la condición de un
realismo descriptivo, el detalle, los diálogos.
El cuento Espejismos donde la historia de un soldado
de origen judío en medio de un desolado panorama de abandono y soledad en una
ciudad en ruinas y su encuentro con un anciano árabe inválido se va abriendo en
un abanico de historias por boca de de ese anciano que podría ser su prisionero
o al que podría ejecutar. Y se desgrana una fábula, donde los tiempos, la
transición hacia otras atmósferas, la magia y la sorpresa retrotraen a los
cuentos antiguos y su maravilla ancestral.
El libro
se cierra con Manuscrito hallado en un convento, que trabaja más registros
lingüísticos, que también rinde, con su lenguaje estilizado en la voz de una
mujer y religiosa, un tributo a las formas clásicas de la narración. Un tributo
que se complejiza con sus cambios de voces narrativas donde la fábula del
tiempo, la vejez, el dominio, la sumisión, las voces de hombres y mujeres van
conformando un caos de recuerdos.
Todos los
relatos contienen una espera, algo que tiene que suceder, algo que ya sucedió.
El autor cuenta lo preciso y también, como signo contemporáneo indeleble, hay
algo que no está explicitado, que solo pertenece a su voz narrativo. Todo lo
anterior conforma una atmósfera potente, sin la cual –siempre lo repetía en ese
lejano taller que yo dirigía– sin la cual, ningún cuento se valida como tal. Y
Raúl lo logra en este valioso volumen de cuentos. Este es su libro. Hay que
leerlo, de ahora en adelante.
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[1] Cuentos de Raúl Alcaíno. Ediciones Inubicalistas, Valparaíso 2018. Presentación leída el 19 de julio en la Biblioteca Municipal de Talca.
[2] Susana Burotto es Profesora de Estado en Español por la Universidad de Concepción, Diplomada en Humanidades por la Universidad de Talca, Magíster en Humanidades y Literatura por la Universidad Adolfo Ibáñez. Ha obtenido premios y menciones en instancias como el Concurso Nacional Oscar Castro y el Premio Internacional de Literatura “Brasil América Latina” Academia de Letras de Belo Horizonte. Ha sido profesora de literatura en variadas instituciones educacionales y fue directora del Taller de Narrativa de la Universidad de Talca (1998 a 2003) (2008). Ha publicado las novelas “Ficciones Frágiles” (2004), “Los gritos de las sombras” (2009) y “Los cercos invisibles” (2016).
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