miércoles, 24 de octubre de 2018

COLOR HORMIGA

Por Daniel Tapia

La producción poética de Cristian Chiri Moyano pasa desapercibida como la de muchos escritores que prefieren quedarse en la provincia, no integrarse a los centros de producción cultural institucionalizada y por la discreción de las editoriales independientes. “Color Hormiga” constituye su séptimo libro de poemas y viene a fortalecer la coherencia y seriedad de su propuesta. La poética opta por la simpleza y ausencia de complicaciones retóricas y está dirigida principalmente a los lectores que pueda captar en el lugar desde donde escribe. El autor vive en Quebrada Alvarado, un pueblo ubicado en el cordón de La Campana, al interior de la Quinta Región, un distrito campesino, detenido en el tiempo, que siempre está amenazado por la expansión excesiva del cemento. La actitud política de quedarse en el territorio de pertenencia de Chiri Moyano es la que ha ido dando forma a su obra, tanto a su escritura personal como a su labor de recopilador de costumbres y documentos acerca de la historia de su poblado.

“Color Hormiga” se configura como el libro más oscuro de este autor. Mucho nos dice el título acerca de cuando las cosas se ponen de ese color inexistente en la paleta cromática: un negro subterráneo que late en lo profundo de la tierra. El primer capítulo se titula Vida de calas negras y da cuenta de la sensación de abandono que experimenta el poeta al ir avanzando en su periplo. En el poema que parte la serie y que da título al poemario, se aprecia una sabiduría simple y compleja a la vez, que abre una esperanza pesimista: “La hormiga negra / baja a las raíces del árbol / a buscar la sangre de la sangre.”. La sangre que es el agua, un elemento que se hace común en estos poemas, materializado en el lenguaje como metáforas o como símbolos, y que participa en presencia y en ausencia. Surgen en la obra aguas estancadas y aguas que fluyen, mares con tormentas que son la relación con una mujer, ríos que son el poeta fluyendo, vino y café bebidos; pastizales secos, canelos secos, amores secos, mate amargo. Amores de aguas podridas se llama el segundo y final segmento del libro, e ilustra con mejor precisión los aspectos acuáticos a los que me referí: “Toda la primavera viviendo debajo del agua / no hay problema sobre la depresión / y bebo toda el agua que puedo / hasta reventar en mil gotas”, versos que tomo de “Me lanzo río abajo”. La oscuridad es un aspecto luminoso de la propuesta de Chiri Moyano, ese pesimismo que transmiten los poemas no es como para cortarse las venas sino que nos sirve para confirmar que las cosas son como son: que los mendigos abandonaron el sentido, que hay niños en la calle, que los amigos pueden estar lejos. La luz que describo se recibe de versos como estos: “Vienes a conversar conmigo / a tomar vino conmigo / a leer y hablar de poesía conmigo / a dormir conmigo. / Cocino porotos granados / charquicán / cazuela de vacuno”.
Estamos frente al mejor libro de este autor, donde se manifiesta su madurez y su concisión, y donde se consolida su visión de mundo y su poética vital. Hay algunos detalles de “Color Hormiga” que son responsabilidad de la editorial y que deberíamos ir superando: dícese de algunas erratas y de la falta de diseño que se hace tan necesaria para que libros como este tengan un punto más de aceptación entre los lectores. Sin embargo, siempre es grato celebrar que aparezcan en el panorama libros como “Color Hormiga”, abiertos para cualquier lector.


Publicado en el suplemento Grado Cero de el periódico El Ciudadano, agosto 2018.




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